Un mar podrido de nomenclaturas repetidas que se regeneran con el discurso de las tormentas del devenir, saliva acumulada, años del decir, hacer que termina en el cementerio tepache, se está fermentando la herida. Camposanto donde yacen miles de bocas consumadas y consumidas por su impropio pez, fueron poetas y luego polvo. También la harina rima y no es tan salada como la suerte. El alimento del otro es el otro: zooplancton. Las etiquetas surgen del fondo, volcanes que destruyen y permiten la vegetación marina del sentido de los enunciados. ¿Qué quiero decir cuando digo Poseidón? Los romanos tomaron prestado el espíritu de los griegos, no lo devolvieron, derechos de autor. Neptuno, hermano de Júpiter y Plutón. Palabra muerta que resucita gracias al hip hop, la reencarnación del sema en el albur, a cada momento del rato que habitan los millones de epítetos moribundos nace un neologismo, peces masculinos y femeninos que se adaptan, aquí se transforman las LETRAS del mundo-uno-tierra-humus, vaso de lodo licuado: Él habló. En medio de este océano sostenido por una tortuga morrocoy, como si fuera una naranja medieval cortada por nominalistas cítricos que existen sólo en la abstracción, a la mitad, existe un pedazo de fe que sirve de isla de la redención sin palmeras que asombren del verbo sombrear, anonimato del páramo azul que se extiende hasta el límite del horizonte jugo amarillo, reflejo de las conciencias, agua que piensa. El sol pega como patada de caballo. El ingenuo quiere creer que vale algo la rosa, vale la pena, valen más las madres que las ostras, valedor el Rosas, vals sobre la olas, pero el olvido todo lo devora. Cae la tarde que podríamos llamar pared, lo que sea, al final de cuentas es el número lo que importa. La estadística no entiende de subjetivismos, parapetados en su choza, los politólogos opinan, hay que decidirse por alguna cosa, "le choix". Aparecen y desaparecen las estrellas, la Noche, vieja obscena, tiene un miedo terrible a las aglomeraciones, una fobia a hablar en público; anda por los callejones deshabitados del abismo preguntando por el sentido de los apelativos, más acertados que los nombres propios. Vida cacofónica la nuestra, cadena que lleva un dios cara de perro que entiende cuando le chiflan, los eslabones se arrastran y suenan a la velocidad de la obediencia. ¿Identidad, Juana, Gato? Carlos, Teresa, Miguel, fisuras en la piel del tigre, la fugacidad de la estrella Historia que se aleja más y más con cada libro publicado. Metáforas para la sal. El currículo de la humanidad está lleno de mentiras. Shakespeare no es más que un producto que se vende en las librerías. Las mentes toman atajos, los cerebros sirven al poder del marketing. Mercadotecnia de los registros civiles. Marca registrada el nombrar. Adán fue el primer creativo que se hizo rico al clasificar, hoy continua la influencia de sus ideas.
lunes, 22 de junio de 2015
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