Abrazados en el lote baldío de nuestro amor, con frío de madrugada, esperamos ansiosos los desperdicios mañaneros de los vecinos, la basura que día con día tiran aquí, a la misma hora, casi religiosamente, calienta nuestra pasión, nos sirve de cobijo. Luego vienen las fogatas, porque entre los vecinos también hay maldad: llantas quemadas que producen humo negro. Lloramos y tosemos. A punto de ser abrasados en nuestro abrazo, con las caras tiznadas, huimos de la contaminación local para irnos a refugiar a otro nicho reciclado.
lunes, 22 de junio de 2015
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