lunes, 22 de junio de 2015
Cuadrado imperfecto de lo afectivo.
Uno
—Un drogadicto lo echó a perder y no pude conseguir nada, hubo disparos y salí huyendo del lugar.
—¿O sea que tú la cagaste?
—Nunca confías en mí, estaban a punto de darme la mercancía cuando...
—¡Cállate drogadicto de mierda!
Dos
—No miento, sólo te digo la verdad incompleta, es difícil hablar cuando se tienen tantos problemas.
—Me arrepiento de haberte querido como te quiero, duele, en serio duele enamorarse de un idiota que no puede afrontar la realidad.
—Entiéndeme por favor, soy un ser complejo.
—¡Eres un pendejo! Complejo el que tienes, ahora sí puedes irte a refugiar en el sostén de tu madre.
Tres
—Si de verdad me amas, vivamos juntos.
—En este momento es imposible que haga algo así, dame un poco de tiempo, un año, o dos.
—¡Tú no me amas! Sólo me utilizas, soy un objeto para ti, una cosa desechable. Vienes aquí cuando quieres tener sexo, pero cuando yo ocupo de ti jamás estás.
—Exageras, no es como lo ves. Sí te amo, cada quien ama a su manera, ¿por qué tendría que amarte como tú me amas?
Cuatro
—Estar con una persona más de cuatro horas seguidas puede volverse insoportable. Lo mejor es evitar este tipo de situaciones.
—Pero doctor, asumiendo que sea verdad lo que usted dice, entonces ¿qué pasa con esas parejas que llevan más de cincuenta años juntos? Mis padres son un ejemplo.
—Esas personas no quieren a nadie, ni a ellos mismos. Son un tipo de autómatas complacientes, que por miedo a la libertad o a conocerse a sí mismos se refugian en el otro, ellos le llaman amor, yo digo que es una patología.
—Si usted lo dice. ¿Cuánto le debo por la consulta?
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