lunes, 22 de junio de 2015

Tera

  Era tanta la información almacenada por este hombre que terminó tonto por el contenido de su disco duro, la culpa fue de ese maldito hábito que nos hace ser roedores acumuladores. Su vida en la red de fantasías y egolatrías, disfraz del que va de subida en subida, alimentando el archivo global de la tontería. Escribía mensajes inbox a sus amigos y dejaba comentarios en los muros de sus adversarios. Sus palabras eran respetadas en el frágil mundo de lo virtual. Sabía perfectamente lo que era un fake y un remake. Pero llegó el día en que revisó su memoria portátil de un tera, qué servía y qué era basura binaria. Tazas de café, cajas de pizza, simplemente no pudo con el paquete. A los dos días ya estaba babeando del coraje porque casi todo lo que tenía era pornografía. Virus engañosos que se disfrazaron de libros y discografías, reproducciones de obras famosas que resultaron ser penes y vaginas. El link era una mentira.

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