Conocí a Dominique Jonard en una fiesta del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), creo que era 2009, él tenía una credencial que le daba acceso a todos los eventos del FICM, me invitó a acompañarlo al aquelarre, cruzamos dos o tres palabras afuera del lugar, yo sabía de su trabajo como dibujante, cineasta y animador, teníamos muchos amigos en común, pero el moreliano francés ya venía prendido y las explicaciones no le importaban. Adentro fue la locura, Dominique demostró ser un excelente bebedor y no había nadie que le ganara a discutir.
Años después lo encontré en el restaurante de una amiga colombiana, él organizó ahí una charla-concierto sobre el mundo árabe, fui invitado para tocar algo que pareciera oriental, ahí estaba Lalo Solís, Sus Rodriguez, Armando Osorio, Tonatiuh Jiménez y Antonio Guzmán. Tocamos, platicamos y quedamos con Dominique de vernos pronto, yo todavía estaba en el periódico y quería entrevistarlo.
Fui a su casa de Santa María, me mostró muchos dibujos y obras plásticas de las que habían surgido varias de sus animaciones, habló largo rato sobre el trabajo que había desarrollado con los niños del tutelar de Morelia para su animación "Desde Adentro", así como de otros proyectos, de los largos procesos en donde se formaba la magia del cine. Yo iba tomando nota mental de todo lo que me decía, aunque me costaba entender su español con acento francés que aderezaba con groserías cada dos minutos. Quedamos de vernos pronto, él quería que lo ayudara a realizar una corrección ortográfica de un documento. Era diciembre de 2016.
Unos días más tarde me invitó a pasar el año nuevo en su casa, le dije que sí. Estuve con él en esa festividad, despedimos el año viejo junto a una de sus hijas, algunos amigos en común como Sergio Zárate Pedroche y José Eduardo Aguirre, entre otros. Dominque cocinó un montón de cosas sabrosas, los que estábamos ahí le ayudamos a picar, condimentar y servir los manjares con los que recibiríamos 2017, hubo quien no colaboró y en castigo Jonard lo mandó por las chelas. Hicimos fogata, aunque faltó madera y Dominique quería que fuéramos a conseguir a no sé donde, como ya estábamos medio ebrios nos aguantamos el frío y las groserías de Lalo Aguirre.
Semanas después me habló para comenzar la corrección del documento, era un presentación y descripción de una nueva animación, un proyecto ambicioso que le produciría una amiga suya, alguien con recursos suficientes para llevarlo a cabo, me presumió, "una chava muy importante". El problema fue que nunca entendí qué era lo que quería, me mandaba cuartillas desordenadas y yo tenía que organizar todo ese desmadre, traté de acomodar las ideas pero sin modificar el texto, él me apuraba diciéndome que ya estábamos atrasados, hasta que llegó un punto en donde le dije que así no podía, además no me había dado ni un peso, lo cual no me importaba pues yo tenía un buen trabajo, lo que me parecía incómodo era que Jonard consideraba que yo estaba deteniendo su chamba. Terminé diciéndole que no podía seguir, que así la dejáramos, sin broncas. Se molestó un poco, sin embargo entendió, no sin antes decirme "son mamadas".
En febrero de 2017 publiqué la nota sobre él. Era un perfil, la descripción de su obra y su persona, un recuento de sus premios y aventuras, además escribí algunas anécdotas que él me había contado. Estuve pidiéndole unas fotografías que fueran de su agrado, porque quise que él escogiera la imagen para el reportaje. Nunca me mandó nada y tomé una de la de facebook, una muy famosa en donde está diciendo salud con una copa de mezcal. Cuando le llevé el impreso me regañó, "todos van a pensar que soy un borracho", todavía bromeé y le contesté: "¿y no es cierto?", lo cual no le hizo mucha gracia y exigió que se retirara la nota, traté de explicarle que eso era imposible, luego se calmó, leyó el texto y quedó a gusto.
Nos encontramos pocas veces después de esos malentendidos, no sé si andaba malo de salud o viajando o qué sé yo, simplemente ya no lo vi en meses. Platiqué con Lalo Solís y Memo Portillo sobre las colaboraciones que habían tenido con Dominique, hablamos de su carácter explosivo, de su olvido intencionado acerca de los créditos, etcétera del ser humano; entonces vinieron a mí las borracheras en donde él sacaba dos cucharas que hacía sonar al ritmo de lo que estuviera tocando la banda, una de esas veces fue en el Museo del Estado, con danza y un guardia que ya quería que nos fuéramos. Recordé algo de muchos años atrás, cuando el ganador del Ariel de Plata se iba con un pedazo enorme de papel craft a la Plaza Principal, al lado de Catedral, y se ponía a dibujar con pasteles, ahí dejaba una canasta para que la gente le cooperara lo que fuera su voluntad; lo volví aver en su bicicleta, recorriendo las calles morelianas con ese bigotito-barba inconfundible.
Hoy por la mañana (02-04-218) supe que Dominque había muerto el primero de abril de 2018, varios amigos me mandaron mensajes diciéndome que lo estarían velando en Gayosso, en la sala F, "creo que tú eras su amigo, para que vayas", o "sus hijos están inconsolables"; en fin, o más bien, el aparente fin de este artista que compartió su talento, aunque a regañadientes, con muchos michoacanos; digo aparente fin porque, como buen creador, nos deja su obra para ir a ella y, a su vez, compartirla, sacar de ahí todo lo humano (e inhumano) y pensar en él como alguien que vivió haciendo lo que le gustaba, ganando premios, viajando y también peleando con los que quería. Una vida más que se acaba en esta rueda de la fortuna desde donde escribo con cariño, nostalgia y unas lágrimas sinceras que están pintadas a mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario