martes, 16 de junio de 2020

Fumar un pájaro de mar

Huellas en la arena, mi pie plano deja el rastro del foráneo. La ola me acompaña por la playa, quiero creer que cada uno de nosotros tiene una ola. Como si fueran ángeles, olas pequeñas, grandes, terribles. Anda, me digo y corro al agua, pero detengo el paso cuando la profundidad advierte, cuidado, sé nadar, sólo que las corrientes no entienden razones. Regreso a la arena masajeadora. Al final, las rocas no dejan avanzar más, de frente el cerro, porque sierra y mar se besan en este pueblo, mirada trescientos sesenta grados, busco la sombra y prendo mi gaviota. Las olas, las montañas, las huellas en la playa, el sudor perenne. Vuelvo a las andadas, hay un atardecer en mis ojos y la boca se me hace agua de coco.

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