Después de la más ancha noche, oh invierno, la latin ópera "Hommy", de Larry Harlow. Nublada ella, la tarde, el tambor se pone saco, zapato negro. Cada casa su fiesta tiene y también frío. La familia truena cuetes, panchos. ¡Santas piñatas, Pánfilo! El tío se puso pedo, le falta leña a la fogata.
Grandes brazos de señora experimentada sirven el ponche, cañas, tecojotes (sic). Son las cinco y ya nadie se acuerda de la oscuridad. Las luces y los santacloses alegran la avenida, dos por uno Bacardí y Don Pedro. Critican la navidad, pero jamás serán estrellas de Belén o burritos sabaneros. La señora avisa que se ha terminado el ponche, suda. Villancicos, pastorelas, intercambios.
La pastelería de la esquina no para de parir pasteles de queso, tres leches, niño envuelto, gelatinas con fruta. Que los ladrones no se enteren, que no se riegue la sangre de los clientes sobre la chantillí, las fresas glaseadas, las velas mágicas. ¿Tiene pasteles navideños?
Menú: pavo relleno de gallina rellena de codorniz rellena de colibríes rellenos de vuelos, ensalada de manzana prohibida y pasta. En esta época del año la vida siempre se enfría. Llueve, los pájaros, cuando no son la cena, usan jorongos y son pocos los regalos en el árbol del recuerdo.
martes, 16 de junio de 2020
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