Dice Lichtenberg que nada contribuye más a la paz mental como no tener una opinión. Trato de tener presente esta frase todos los días —la pegué en la entrada de mi librería— y más en las redes sociales, donde lo contrario impera, parece que la regla es "opina o muere".
Alguien dirá, "ya estás opinando", pues sí, decidir no opinar también es opinar. Pero considero que tomar distancia respecto de cualquier tema es importante para el ejercicio de la comprensión; a veces estoy a kilómetros del interés público. Luego, tenemos aquel dicho popular que nos remite al silencio para evitar que se confirme nuestra estupidez con largos enunciados.
El traer aquí a una autoridad para expresar mi sentir, o padecer, según se mire, puede considerarse como un acto de presunción, el cual me lleva a una postura que remite a una posición u opinión, ni modo, sigo al buen Miguel de la Montaña para decir lo que tengo que decir. Aunque una frase mía bastará para sanarme: Uno llega a una edad en donde las frases célebres son su único oficio.
Cuesta, duele y se necesita un esfuerzo monumental para evitar pronunciarnos sobre lo que la mayoría discute; por ese engaño institucionalizado llamado democracia nos sentimos impelidos a manifestar nuestra opinión, si los otros hablan de equis tema, ¿por qué no he de decir yo lo que pienso?
En fin, esto es lo que opino...
martes, 16 de junio de 2020
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