viernes, 5 de febrero de 2010

Fotografía


Don Mike en su bar de Lázaro Cárdenas, Michoacán, 2009. 




Mano de Raquel sosteniendo un pan de la tienda de Josué, 2008. 


El ingeniero conviviendo en el bar, amigo de Mike. Lázaro Cárdenas, Michoacán, 2010.


Árbol frente al CONALEP de Lázaro Cárdenas, 2010.







Fotografía de Caliche Caroma


Los mexicanos son muy buenos, nomás que no se han dado cuenta


  México es el salvador, la esperanza. Los dioses todopoderosos han abandonado el plan de destruir la tierra por los terribles pecados de mujeres y hombres, gracias al comportamiento virtuoso del pueblo mexicano seguimos con vida. Hubo mano negra, una mochada,  es cierto, los dioses también se corrompen. Sin mácula en la política, ética mexicana como ejemplo global, ciencia mexicana a la punta de toda investigación, literatura mexicana acaparando todos los premios internacionales, economía mexicana como parámetro de las otras economías, deportistas mexicanos en los equipos más importantes y etceteramente todo; sobresaliendo y siendo paradigma de la existencia para la humanidad entera. Esto es ciencia ficción "mexicana", que retoma un argumento ya viejo en el cine gringo: el mesianismo. La diferencia es que en el cine gabacho la salvación viene a través de un individuo (Rambo, Superman, Chuck Norris), un solo gringo puede matar a cien mil guatemaltecos. En la película México 2000 el héroe no es un individuo aislado sino la nación entera. La década de los ochentas en México será el crisol de varios conflictos, que acumulados nublan el cielo azul del porvenir: sobrepoblación, pobreza, matanzas estudiantiles, crisis y escándalos políticos (PRI), entre otras barbaridades del género mexicanoide. Lo mejor que se le pudo ocurrir a Rogelio A. González Jr. para afrontar críticamente esta realidad es una película, y qué mejor que una película futurista. ¿Cercano futuro? Lo primero que plantea el largometraje es el equivocado modo de existencia mexicano, el pueblo del frijol y el maíz va por el camino incorrecto. No se puede vivir así. Por eso el futuro, es decir, la esperanza. Futuro donde existe la honestidad, el trabajo comprometido, la amabilidad, el respeto a las mujeres, niños y ancianos, cero corrupción,  pura seriedad y dedicación; un México que, como siempre, vence en el fútbol a Brasil cuatro por cero. Y aunque las cosas son casi perfectas, siempre asoma allá, en ese futuro que nosotros ya hemos violado, un dejo de mexicanidad: ¡niño mamuco! La crítica se dirige a esa particularidad del mexicano que se ha atribuido exclusivamente al habitante de la capirucha, pero que en realidad se puede observar en cualquier parte del territorio nacional: el gandallismo. Sacar provecho de cualquier situación: nadie da paso sin huarache. Quizá el director de esta película leyó la investigación de Jorge Portilla, Fenomenología del Relajo. Portilla nos habla en su estudio de la falta de seriedad en el mexicano, siempre busca romper el orden porque no puede asumirse, tiene miedo a comprometerse por eso distrae a los otros con bromas que quiebran la atención, ser responsable le cuesta, nos cuesta, mucho trabajo. En la película México 2000 encontramos a un mexicano hiper-responsable, la sociedad del ombligo por fin es propia. Tal vez algún día, en una dimensión paralela, los mexicanos serán buenos, muy buenos, por lo pronto son chidos, muy chidos. De lo mejor de esta obra maestra: el transporte público con música clásica en vivo; los primeros astronautas mexicanos que comen tortas de jamón en el espacio profundo; el breve informe  de labores del Gobernador de Michoacán: sólo seis segundos; los agentes de tránsito del futuro que no aceptan mordidas; los indígenas acaudalados y políglotas que mandan a sus hijos a estudiar al extranjero; la educación pública de primer nivel, gratuita y laica; sindicatos honestos que se esmeran por ayudar a los trabajadores;  y hasta aquí. ¡Viva México, México 2000! 



Película: México 2000
Director: Rogelio A. González Jr.
País: México
Año: 1983
Duración: 80 min.
Actores: Héctor Lechuga, Chucho Salinas.
Música: José Antonio Zavala
Fotografía: Gabriel Figueroa