domingo, 22 de marzo de 2009

La pesadilla de Darwin o El filete de Walmart





  En estos días de globalización, donde lo normal es la destrucción acelerada, tenemos que ver La Pesadilla de Darwin. Un poco de empatía, por lo que más quieran. Nos vamos para el continente negro, la maravillosa y terrible África. Llegamos a Tanzania Occidental, bajamos de nuestro cómodo avión, estamos en el pueblo de Mwanza. Aquí el contexto de la  historia: una especie exótica invasora es introducida en el Lago Victoria, el lago más grande del mundo, esto ocurre en los años sesentas. La Perca o Pértiga del Nilo causa un enorme desequilibrio en el ecosistema residente, en poco tiempo devora a las otras especies locales hasta el punto de volverse caníbal, cuando ataca a los pescadores, arrancándoles brazos y piernas. La Perca se exporta en forma de filete de pescado, principalmente a Occidente, al MundoWalmart. Por si esto no fuera poco, Tanzania también surte de prostitutas a los pilotos y  la tripulación de los aviones rusos que recogen la Perca. Estos aviones no vienen vacíos, traen armas, hay que aprovechar el viaje. Lo único que obtiene la población de estas transacciones es una gran crisis social, porque del pescado ni pensarlo, está vetado el consumo de pértiga para los tanzanos, vísceras y vértebras para ellos, es lo que hay. ¿De qué demonios estamos hablando? La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y su supuesta ayuda humanitaria están presentes, pero sólo para avalar la felonía. El daño es irreversible, niñas y niños que pagan las consecuencias: imágenes desgraciadamente reales y crueles, muestran a infantes golpeándose unos contra otros por un poco de comida,  pero principalmente pelean por la droga que les permitirá sobrevivir un día más en ese infierno tropical. Sobrevivir drogados en las calles de Mwanza, Tanzania, pensemos en esto. Niños inhalado plástico derretido, es el empaque en el que se guarda la perca. La miseria y la soledad también se inhalan, y nosotros viéndolo desde nuestro sillón, en nuestra televisión, o computadora, a gusto, tomando Coca-cola: Life Tastes Good Whit Coca-Cola. El único sabor que conocen estos niños es el de la miseria, un chiste macabro, un lugar desgraciadamente común. La cuna de la humanidad, El Nilo, es ahora la cuna de la podredumbre, donde la esperanza es un puñetazo en la cara, una tierra de nadie. Problemas varios: gobiernos extranjeros irrumpen en la organización de Tanzania; se altera  exageradamente el medio ambiente por la codicia de unos cuantos, al punto de la devastación criminal; la economía depende cien por ciento de la empacadora y distribuidora de perca, empresa extranjera, por cierto; más de la mitad de la población de Tanzania son portadores del VIH; las mujeres, en su mayoría, se dedican a la prostitución. Esto es La Pesadilla de Darwin, no estaría de más pensarlo como una advertencia. ¿Vale la pena soñar por un cambio? Soñemos con esto. 


Título: La Pesadilla de Darwin
Dirección, guión, fotografía: Hubert Sauper
Duración: 107 minutos
País: Francia, Austria, Bélgica
Año: 2004

miércoles, 11 de marzo de 2009

En el d.f.





















  
Asistí al lugar de los monstruos de concreto, el gusano mecánico que tiene horadada la ciudad entera me devoró, no sin antes marearme hasta el vómito. Al anochecer, vi miles de luciérnagas, Lucifer de neón, hice la marcha hacia ningún lugar. Llegué al centro de la tradición, los abuelos ofrecían sus servicios afuera de catedral: albañil, plomero, poeta. Los coyoles y los huéhuetls levantaban las faldas de las extranjeras. Y vi castillos informes, una cascada de ruidos inconexos fornicaban en mis oídos, los míos y los de Moloch, el de las tortas de tamal. Smog y rocanrol. Pregunté por el sentido (meaning and learnig) del cosmopolitismo, la respuesta fue: ¡cámara carnal, estás en el Defe!