miércoles, 30 de enero de 2008

Sobre los habitantes de un pueblo de madera (para Humberto Arturo Puente)

  Juan Antonio de la Riva alcanzó una estrella para Elisa, quien comía cucarachas antes del fin del mundo. Su vida errante, la de él y la de ella. Escritores borrachos le han contado historias sobrias mientras come su caldo de espinazo de diablo. Actor, camarógrafo y quién sabe qué cosas más, siempre lo están insultando. Pueblo de madera, hecho con la carne del árbol. También es de él la idea del cine dentro del cine, no de él totalmente pero la mente no es total, así que es un préstamo dirigido, por lo tanto, original. Una película realizada en mil novecientos noventa, locación natural: la sierra de Durango. La historia: Mi pueblo es tan pequeño que cabe en mi corazón, paráfrasis paralítica. Está el fuereño esperando la hora en que atacará a la muchacha que quiere que la ataquen, misoginia inducida. Un camión de carga y además desea, un camión del deseo, la esposa de un trabajador del aserradero, el semental de esta película, lucha libre, Mario Almada sin pañales, educación secundaria, un robo, una tienda de raya, un cinematógrafo descompuesto, el Santo, unidos como cadenas, alargar el deseo, una mujer vestida de blanco, niños, amistad, decires. Y también está el loco del pueblo, cinéfilo, el loco que es loco porque cree demasiado en sí propio, y el cine dentro del cine, amor proyectado, el cine arriba del cine, el cine frente al cine, el cine moviendo al cine, cine que se descompone de repente, empezando la película, la película del pueblo de madera. Alguna vez un Humberto, de los millones de Humbertos que existen, me dijo que el niño que se va es Juan Antonio de la Riva. ¿A dónde va y en qué momento llegó la despedida?

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