miércoles, 2 de octubre de 2013

  La esquizofrenia delirante del trabajo intelectual se ha diseminado por los callejones torcidos de la institucionalidad, las paredes han quedado blancas de tanto borrón y cuenta nueva, vienes pisando los talones de tus benefactores y te topas con esta pared que no te deja ver. Nacionalidad más institución, pueblo, etnia, comunidad, arrejuntados los unos y los otros, las ostras sin perla y te desesperas. Los quince de cada septiembre tomamos cerveza corona de espinas junto a un cadáver llamado México, bombas del espanto surgen en las miradas de los extraños y el cielo se ilumina de colores estadísticos. Los blancos cachetones han hablado de la responsabilidad pero están muy lejos de la avenida para que los atropelle un auto de formal apachurramiento, lindos bodoques del conocimiento, ustedes dan conferencias y vino tinto y jamón serrano. Si te da pena y lástima por qué y para qué lo besas en la boca, no te distraigas en los abrazos. Deja de vender baratas las almas del gato, él no tiene la culpa de ser tan pobre de mesura. Ahora nos toca buscar la lámpara de neón que encuentra hombres verdes y mujeres verosímiles, fácil es no.

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