domingo, 27 de diciembre de 2015

Josué

Aquel nueve de diciembre de 2014 estábamos en no sé qué cosas de la Librósfera, entonces llegó la terrible llamada, primero fue confusión, no sabían quién había sido, sólo anunciaban que: "se murió uno de los tamboreros que iban con Jorge Pointelin, un chavo flaco y chino, se metió al mar y se ahogó". La especulación duró unas horas, después supimos que habías sido tú. Josué Ruiz Maldonado, tu nombre completo, aunque a veces los apodos se quedan más presentes: Okenfus, Josuesito, El Chino, El Flaco. Los que te conocimos sabíamos que eras tímido, tranquilo, te gustaba hacer las cosas a tu manera, tu tiempo era el de los relojes sin manecillas. Sin y con embargo, como buen ser humano, eras bien cabrón, con harto carácter, aunque escondido bajo el disfraz del "no rompo un plato"; una vez Carlos Equihua dijo que eras Morenazi e hizo un foto-montaje con tu cara, unos soldados alemanes te seguían, eras el Führer moreliano. Tú agraciada estampa, guapo entre los guapos, te volvió un Don Juan Enloquecido, admirabas la belleza femenina y coleccionabas miradas, a ti te quedaba como anillo al dedo esa frase del sudafricano: "Todas las mujeres del mundo me deben un beso". Te gustaba el mezcal, la caguama y la mota. Escuchabas música todo el día, de ahí que hayas aprendido a tocar percusiones, te costó un huevo pero lo hiciste. Anécdotas hay por kilos, como la vez que te caíste cuando ibas a rescatar a Pamela, que también se había caído en un hoyo, todo por buscar atajos inexistentes; o aquella ocasión en la Costa michoacana, cuando los autodefensas nos prestaron sus cuernos de chivo para jugar a los soldados y nos querían llevar a un velorio a las tres de la mañana. Los que te pensamos Josué, nosotros que posteamos chingadera y media en tu muro, sabemos que sigues dando vueltas por aquí de vez en cuando: en el toque del tambor, en los libros prestados, en la tienda de la esquina, en el vaso de chela, en las listas de reproducción que dejaste en tu computadora, en los cabellos rizados de tu recuerdo, en los videos que hiciste, en las mujeres que enamoraste. Los que pensamos en ti, Carnal, te queremos, nos haces falta, pero le echamos ganas para vernos de nuevo. 


Atentamente: tus amigos.

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