martes, 16 de junio de 2020

Sobre el ataque de los payasos asesinos de la historia universal o de cómo los restos de José José se conservan en alcohol de la tapita azul

1
No es la primera vez que un hombre disfrazado arma una revolución, ¡vivan los payasos que nos dieron patria! Si nos remontamos a la etimología, la máscara es la persona, luego, los rostros desnudos no nos dicen nada, pero un poco de maquillaje puede traernos la verdad. ¿Cuál verdad? Dios se ríe de nosotros. Ah, casi lo olvido, ¡Pedro Infante está vivo!


2
Oye, pero no has visto la película. Claro, yo ya ví Balada triste de trompeta y De la vida de las marionetas. No es igual, pero es lo mismo. No te pases, sólo quieres llamar la atención. ¿Acaso estamos aquí para algo más?


3
Han llegado por fin los restos del príncipe de la canción, si su familia se pone de acuerdo, habrá homenaje en Bellas Artes, lo dijo el presidente. Esto me recuerda aquella noche en Zihuatanejo, cuando intentaba explicar a un señor impertinente el motivo por el que había utilizado palabras de origen náhuatl en un texto mío. El varón blanco, mayor de cincuenta años, reclamóme el uso de tales vocablos indígenas, le dije que era un homenaje a Miguel León-Portilla, él respondió, iracundo, que el investigador de la toltequidad era un pendejo. Di por terminada la plática. Creo que se llama Javier y también se viste de payaso.

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