jueves, 18 de julio de 2013

  El insulto y la grosería, la lisura, la maldición reconforta a Alma, la de fácil sonrisa. Son los izquierdos humanos y no los derechos un juego de palabras programadas para ilusionar a las bolsas de grasa que viven detrás del ordenador de pizzas automáticas como las cajeras del centro comercial ubicado en la ruta del control remoto. Respira. Obesa respiración. Cada una de las electrónicas sensaciones que recorren el cuerpo social simulan felicidad. Enmariguanado voy orinando los bustos y las estatuas de los héroes nacionales que nos dieron días de asueto, días y noches en los que las amas de casa se ven forzadas a tener sexo. Y de este sexo nació una bolsa de grasa que no se alcanzará a mirar las piernas, nunca jamás cuervo blanco que cagas la cabeza del presidente, nunca más serás mi gerifalte. Febo les quema las tetas, son las hijas de la chingada, ellas piensan en el bronceado como salvación y yo veo a miles de células sufriendo. Mejor sería que sus cuerpos descansaran en las gemonías. Un gargajo glauco, la letra gamma. ¿Es esto una digresión satánica y románica?

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