jueves, 18 de julio de 2013

  Los gatos forrados están al acecho, no hay que devanarse mucho los sesos para saberlo. Era martes graso cuando el Omnigeno habló conmigo del patrimonio que son los testículos. Mantícoras gigantes atacaban a los recién nacidos pero las hembras humanas estaban más preocupadas en lo que el Sin Nombre me decía. Era el epítome del epigrama de la vida, decían los de la Real Academia del Escroto. No me gusta usar la palabra todos. Todos deberíamos ser Caramurú. Y vi como una mantícora le comía los huevos a Diego Álvarez mientras las hembras humanas acariciaban a los gatitos que pertenecen a la Nueva Inquisición.

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