jueves, 6 de agosto de 2020

El perrito de la neo-nostalgia o por qué la felicidad no es un estado anímico constante


Hay un Best-Seller en México más famoso que "Cien años de soledad" y "Los hornos de Hitler", la gente lo conoce como "el libro del perrito", pero su nombre real es "Español. Primer grado/Lecturas", editado en 1993 por Laura V. González Guerrero, Elia del Carmen Morales García, Ana Rosas Díaz Aguilar, et al, para la SEP. 

Este libro lo he vendido varias veces en la librería La inundación (¡compren libros, no sean culeros!), la última vez que lo anuncié fue el 5 de abril del año de la pandemia (o sea, 2020), y no ha vuelto a caer desde entonces. Sin embargo, la gente no sólo pregunta, insiste en que le consiga un ejemplar, no importa que sea la reedición de 2007, que es la más fácil de conseguir, pero acá fácil es casi imposible por la demanda de la que hablo. 

A pesar de que la publicación dice "Vendido", todos los días me llega un mensaje privado o una notificación sobre "el libro del perrito". Iba a quitar dicha publicación, pero mi curiosidad me llevó a preguntarles a los que preguntan por él, cuál era la razón para que este libro los vuelva locos y desesperados (el orden es lo de menos). Primero pensé que era por su contenido, pero no es así en la mayoría de los casos. 

Si tomamos en cuenta que los que iban en la primaria en 1993 ahora tienen unos 32 años, hay muchas posibilidades de que estas personas tengan hijos en edad escolar, justo del primer grado. Cuando hablaba por ellos en el chat, enseguida buscaba sus perfiles y pocas veces se confirmaba lo de los hijos, pero lo de la edad sí que era cierto. Las variantes eran que sus hijos eran más grandes, pues los tuvieron siendo ellos muy jóvenes, o simplemente no tenían hijos. Casi ninguno es profesionista.

De las diez personas que les pregunté, ¿por qué buscan tanto este libro? Ocho me dijeron, palabras más, palabras menos: "Es que me hace recordar mi época de la primaria, cuando fui muy feliz, y tenerlo de nuevo es algo muy importante para mí". Es decir, un objeto que los transporta al estado de bienestar que ahora no tienen, un recuerdo más o menos reciente de algo que para ellos significa mucho. 

Y bueno, todo esta anécdota me sirve para traer a colación a J. G. Ballard, estoy leyendo su libro "Para una autopsia de la vida cotidiana", editorial Caja Negra; él se sorprende por la neo-nostalgia que tienen algunos por los videojuegos que acaban de salir, pues las entrevistas que conforman este libro fueron realizadas en la década de los ochenta. Les dejo un fragmento del texto al que me refiero, igual no hay moraleja en esta historia, ¿o sí? 

"Eso es algo que ya ha comenzado: se escriben libros nostálgicos sobre los videojuegos. Uno de ellos se publicó la semana pasada, su autor es el hijo de Kingsley Amis, Martin Amis; el libro trata enteramente sobre su adicción a los primeros videojuegos. Es una especie de kitsch más allá de la nostalgia kitsch, una nostalgia de hace cinco minutos, ¡por el amor de Dios! No sé cuánto hace que los videojuegos irrumpieron en los Estados Unidos, pero no ha pasado tanto tiempo. Estos primeros videojuegos como Space Invaders empiezan a ser discutidos lo mismo que si un montón de cinéfilos discutieran sobre Casablanca. Pero al menos Casablanca significaba algo".


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