jueves, 7 de agosto de 2014

Nada en el 488

  Los argumentos son palos con clavos oxidados cuando te despiertas, es el debate de la congruencia a la hora de la lógica masónica, es cuestión de defenderse con lo que sea, menos con las uñas porque están sucias, microbios trogloditas en bicicleta van cubiertos de banderas por la avenida, te lavas los dientes con azúcar, el nacionalismo es una oración antes de ir a dormirse con los ojos abiertos. Por la mañana una porra te endereza la espalda desviada de tanto que te acuestas en ese sillón de echar la hueva, llegó la policía, nunca falta en estos textos la escoria judicial. Te echan de la que nunca fue tu casa. Es difícil que en la vecindad intelectual haya cuartos desocupados, le preguntas a la portera despeinada de grandes tetas si tiene un pesebre para ti, te ignora como si fueras lo que eres, en donde las palabras son pesos devaluados la poesía es polvo de hace muchas escobas, lo que el viento se llevó es tu infancia, allá va, junto a las habas pitagóricas, gases de lo que haces. Un lugar para pasar la noche con la cafetera que te acompaña guardada en la mochila mágica de las sorpresas, te desvelas de inteligencia en los rincones de una esfera chata que da vueltas como prostituta desesperada, hacer la tarea o ser una rata desempleada, dilema del definir las piedras de la banqueta, cualquier fenómeno con cloro se quita. Dejas las búsquedas de vivienda y te vas a viajar, en la carretera, como ejercicio, aplastas zorrillos y una que otra pesadilla, las letras se han extraviado entre el olor a mercado y el ajetreo consuetudinario de los anos corruptos que hacen leyes y levantan la mano. La conexión se siente, ahora ya tienes internet y teléfono, puedes marcarle a tu abuelita y decirle lo mucho que la quieres, mientes como sardina con jitomate, lo único que quieres es la herencia de estampitas: diplomas, documentos que te acreditan como dueño de ti mismo. Cuando escuchas en la calle una guitarra trovadora te dan ganas de dispararle al presidente por idiota, un balazo justo en medio de los ojos, si te atrevieras serías un héroe de la historia contemporánea y saldrías en las noticias. El caminar callejero te hace más salvaje de lo que eres, en esta realidad de las sabritas, caritas felices con glutamato monosódico, los niños acribillados de los dientes te sonríen, niños con cáncer de atención. La mala música de los fuegos artificiales del encendido de la catedral suena y maldices a los turistas basura, pero no oyen, están sordos porque los deshechos no tienen orejas, sin matar a nadie sigues tu marcha de indigente. En medio de la selva buscas una presa fácil para que te pague el día de furia que te sucede, no avanza el camión que te lleva a la chingada, el tren está pasando sobre los amantes gordos que se revolcaban de amor entre las vías, ya tienes casa otra vez y tus vecinos tienen fiesta matutina con charanda, se acabó el subsidio y llegó el suicidio del sentido.

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