martes, 17 de febrero de 2015

Escrito en un camión

  Los pasajeros pasan el pasaje. Lo pasan hacia adelante, se recorren hacia atrás. El chofer escucha la radio. Comerciales de partidos políticos, casas baratas, salsas picantes, gobierno federal, el locutor denosta a los radioescuchas. Comienza la canción: "Yo te amo, tú me amas, no me engañes porque te mato". Es una canción de amor. Unos suben, otros bajan. La bajada es por detrás pero hay rebeldes. Señora con bolsas hace su aparición, embarazada, de la mano un chiquillo y de la mano de éste una niñita, sí, cero planificación familiar. Todos los asientos ocupados. Las miradas incómodas hasta que un muchacho "Por favor señora, siéntese", lo que quiere decir "Ya que nadie más lo hace tome asiento, le ofrezco el mío, aunque hubiera preferido no hacerlo". El trayecto continúa, rostros nuevos, el adiós silencioso a esos efímeros compañeros de viaje. Un trovador espontáneo es rechazado, "Traigo la radio cuñado". La velocidad es intermitente e inexplicable, cuando podría ir rápido va lento y cuando no se puede acelar lo hace. Un chavo ruco hace señas con un papel, el checador le avisa al chofer "Cinco minutos del 143, te van pisando las nalgas". El conductor, fino como él mismo, pisa el acelerador haciendo notar la falta de amortiguadores. Ahí vamos, con prisa y canciones de amantes asesinos. Alguien pide la bajada, "Toque el timbre, para eso está", grita el capitán de esta nave espacial. "No sirve, nunca nada sirve en estas porquerías, ¡bajo aquí!", se queja el usuario. Un frenón. Se abre la puerta trasera. Apenas baja el furioso crítico del transporte público cuando el camión se arranca como si el diablo nos persiguiera, ¿o es el diablo quien conduce esta máquina? En el ambiente flota el miedo para pedir la parada, quizá sea mejor viajar hasta la base. Un valiente se acerca al volante, "¿Puedo bajar en la que sigue?". "Sí, pero rápido". Algunos pasajeros aprovechan la oportunidad para bajarse de una vez, aunque éste no sea su destino. Seguimos en la ruta, pocos, es cierto, para algunos la costumbre es más fuerte que el andar a pie. ¡Bajan!

No hay comentarios: