lunes, 20 de noviembre de 2017

Don Trinidad, abuelo olvidado de Parácuaro

En la calle que lleva a la presidencia municipal de Parácuaro y que tiene el nombre de Juan Gabriel, vive Don Trinidad; su casa está llena de casetas telefónicas inservibles, mesas de un antiguo restaurante que ya no funciona, La Fondita, y cuadros del Divo de Juárez, algunos autografiados por el autor del Noa Noa.

Con 65 años, apenas puede andar con su silla de ruedas, come una vez al día lo que le trae su tío, ¡de 85 vueltas al sol!, sobrevive con la renta de los cuartos que hay en su hogar de dimensiones gigantescas, aunque no hay muchos visitantes en Parácuaro, a pesar de ser un lugar lleno de bellezas naturales.

Parado en la puerta de su casa, al caer la tarde espera a que algún peatón, de esos viejos conocidos, se pare a parlar con Don Trinidad, de lo que sea, lo que importa es "matar" el tiempo. Toma dos o tres caguamas diarias, pero no por alcohólico, sino para parar el temblor de sus manos, el mal de Parkinson lo atormenta día con día: "Si no tomo las cervezas, me es imposible dormir, es casi como un remedio, pero tengo mis horarios, a las nueve me echo la primera, y así cada dos horas, a veces dos, a veces tres".

Sin hijos, adoptó a un muchacho hace muchos años, lo ayudó a estudiar, incluso lo inscribió en la universidad, éste se recibió de médico y se fue para Nuevo León, a veces le llama, aunque tiene unos meses que no le contesta el celular, ni le manda dinero, que tanto necesita Don Trinidad.

"Hace poco que un camión pasó por aquí y tumbó lo cables del teléfono, ya les avisé a los de la compañia pero no han venido a instalarlos, hay que ir a Apatzingán; yo nada más quiero una línea telefónica para cualquier urgencia, porque qué tal que me pasa algo y nadie se da cuenta, me muero sin hacer ruido, aquí solo, estaría muy triste si ocurriera de esta manera", narra Don Trinidad, no con tristeza, más bien con impotencia, pues llegar a la vejez es difícil, y aún más si no se tiene a nadie.

Estudió ingeniería en la UMSNH, dejó inconclusa esta carrera y se graduó como maestro de primaria, trabajó muchos años en el internado que está en Parácuaro, al mismo tiempo que cuidaba a su madre, quien murió hace 21 años cuando estaban en Guadalajara, buscando un doctor para que la atendiera: "Veníamos con dos señoras, ella adelante conmigo, de repente vi que lanzó un suspiro, ahí quedó, les dije a las señoras que venían con nosotros, mi madre ha muerto, y así me regresé con ella al pueblo, para darle sepultura".

Me hospedé en la casa de Don Trinidad, el objetivo fue cubrir el aniversario luctuoso de Juan Gabriel, 27 y 28 de agosto de 2017, Don Trinidad desempolvó un álbum y me mostró las fotografías de Alberto Aguilera Valadez junto a su progenitora, un Juan Gabriel muy joven: "Él vino a comer varias veces a La Fondita, le decía a mi mamá, Mija, ¿cómo estás?, yo nada más lo veía ahí, claro que sí me gusta su música, por eso guardo estos recuerdos".

El presidente municipal, Noé Zamora Zamora, se comprometió a brindarle apoyo a Don Trinidad, se le dio a conocer la situación en la que vivía uno de tantos abuelos abandonados de Parácuaro, ¿cuántos más habrá en Michoacán?


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