jueves, 29 de diciembre de 2016

Crónica de los meteoritos

Supuestos meteoritos cayeron en las costas michoacanas hace un mes, era de noche, el espectáculo sorprendió a los habitantes y turistas de las playas de Aquila, al menos ocho destellos fueron avizorados en el horizonte, dejando con la boca abierta a más de uno. Estos objetos resplandecientes, que resultaron ser una especie de metal, fueron encontrados después de intensos trabajos de búsqueda realizados por pobladores y personal del ejército que combate al crimen organizado en esta zona; hallaron siete "cosas del espacio", nombre con el cual las bautizó Doña Martina, mujer lugareña que participó en la inusual recolección. Una vez reunidos los fragmentos, los llevaron a las principales universidades del país para los estudios correspondientes. Al salir del ambiente cálido adquirieron un color oscuro, casi negro, al principio eran rojos y brillantes. Cientos de hipótesis, observaciones y uno que otro chiste se dieron alrededor del hallazgo. Cuando intentaron perforar este material desconocido, pues toda ciencia es disección, se escuchó un chillido muy agudo que incrementó para después desaparecer, el ruido era similar al que hacen las ratas cuando corren en multitud por las alcantarillas de las grandes ciudades, pero no era molesto ni ensordecedor, incluso había algún tipo de ritmo, una extraña melodía que duró menos de un minuto. Lo interesante y sorprendente vino después. Kilómetros a la redonda fue percibido este sonido, de Baja California a Yucatán, además las señales de internet y celular quedaron suspendidas y se registró un terremoto de 4.9 en escala de Richter. Luego de la sacudida y la canción extraterrestre, las partículas galácticas se desintegraron, quedando sólo lo que el proverbio anuncia con tanta determinación: polvo. Por el protocolo y la paranoia, los investigadores tuvieron que hacer las pruebas necesarias para detectar las dosis absorbidas, es decir, para medir los gray en el ambiente, entonces ocurrió lo increíble. La radiación afectó únicamente a la clase gobernante, todos los funcionarios, del presidente de la república al último de los asesores, incluyendo los integrantes de los partidos políticos y las fuerzas armadas, se enfermaron de gripe, una endemia que atacó sólo a los representantes y autoridades a lo largo y ancho de México. Su convalecencia duró una semana, cuando regresaron a sus puestos públicos pasó lo impensable. Por motivos desconocidos, inescrutables son los caminos del señor, ninguno de los enfermos pudo cometer delito alguno después de estos acontecimientos, era como si estuvieran imposibilitados para el mal, tal vez lo desearon, hubo quien expresó que se sentía "incompleto", que ya no era como antes. Sucedió en la tercera semana después de los meteoritos, fue cuando comenzaron los suicidios masivos, primero un senador del PRD, después el presidente municipal de Uruapan, y así siguieron: generales, diputados, coroneles, el director de algún instituto, el secretario de Salud, hasta que el mandatario federal se pegó un tiro en Los Pinos. Desde entonces la gente sigue buscando señales en el cielo todas las noches, las playas michoacanas han reportado un incremento en el número de visitantes.

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