martes, 21 de marzo de 2017

El arlequín agotado o de la neo-fenomenología del relajo

Cuando todos esperaban que dijera algo gracioso o interesante, como era su costumbre, él sólo guardó un silencio sepulcral y se marchó lejos, muy lejos, para que nadie más lo molestara; se había cansado de ser el bufón de la colectividad. Lo que no sabía, o tal vez sí sabía pero no quería aceptar, es que el problema no eran los otros, sino su propia visión de las cosas, nunca tomó nada en serio y no lo haría jamás.

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