viernes, 11 de agosto de 2017

Jota-jota, espada roída

Tengo las cejas parecidas a las de Juan José Tablada, me peleo con casi todos y no pertenezco a ningún grupo o corriente literaria como lo hizo en vida el autor de Li-Po; constantemente me equivoco en mis preferencias y decisiones políticas, al igual que él, yo también he leído mis textos frente a los poderosos, para quedar bien he satirizado a los que no lo merecían; en mis manos está una antología completísima del de Coyoacán que me regaló un buen amigo (quizá el mejor de los pocos), ahora sólo me falta volar como J.J., todo lo demás sale sobrando, incluso yo, por eso estas erráticas palabras:

Estuve en Japón hace poco:
kárate-sámurai-ákira
y otras esdrújulas cosas,
mi barco llegó a Tlaxcala,
no recuerdo si de madrugada;
fui allá para aprender francés
y un poco de cocina argentina,
pero lo único que encontré,
con tristeza del alma mía,
fue esta katana podrida.

Yo le puse acentos al sol
cuando todavía no los llevaba,
terremotos nipones corrían
en la estación Indios Verdes,
estuve en Japón hace mucho,
Ánimas Mifune/Toshirō Trujano,
pero no recuerdo quién me trajo
ni en dónde están mis maletas.

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