viernes, 11 de agosto de 2017

México express

Dos textos de Juan José Arreola explican muy bien la situación actual por la que atraviesa México, El guardagujas y Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos. En estos escritos se exponen puntos álgidos de la idiosincrasia nacional, zonas dolorosas por tanta tecata rascada cubierta con curita.

En El guardagujas, Arreola nos presenta una estación de tren que no está terminada, las vías por las que el ferrocarril llegaría "más allá" quedaron inconclusas. Un alegre viajero queda atrapado en este lugar, consternado le pregunta al guardavías. ¿cuándo pasará el tren de regreso? Le contesta que quizá no pase nunca; las autoridades inauguraron la obra inconclusa y así la dejaron, eso sí, hubo fiesta y excelsos discursos.

Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos, epístola reclamatoria dirigida a una persona que se dice profesional de la reparación de calzado y que resulta un fraude, el cliente le echa en cara su pésimo trabajo. En alguna parte de la carta llega a decir el querellante que es imposible meter el pie en el zapato, la prenda quedó peor de como llegó, la supuesta reparación terminó en una monstruosidad imposible de calzar.

Cuando en el primer párrafo me refiero a la exposición de las heridas mexicanas que se intentan cubrir sin tener resultados positivos, me refiero a estas situaciones en donde la simulación (El guardagujas) y el descuido (Carta...) superan la frontera de la literatura y llegan a esta realidad parchada, en donde, lamentablemente, hay pérdidas humanas.

En una carretera de Morelos, novísima, padre e hijo cayeron en tremendo hoyo, socavón (julio-2017); pocos meses antes, funcionarios estatales y federales (incluido el señor presidente de la república, Enrique Peña Nieto) dieron el banderazo oficial; hubo palabras que enarbolaron el progreso, se habló de las cosas buenas, de ésas que no se dicen, pero cuentan mucho.
Juan Mena López y Juan Mena Romero se dirigían a la chamba, pero se los tragó la tierra. En algunos medios narraron que pudieron comunicarse por teléfono para pedir ayuda, la tardanza de quienes no les gusta lo que hacen terminó de matarlos; el esfuerzo sólo sirvió para sacar los cuerpos sin vida de dos víctimas de la burocracia.

Paso Express de Cuernavaca, no pudo haber tenido mejor nombre, y esta nomenclatura le viene al pelo a México, un país express, rápido y exprimido, en el que el simulacro y las cosas mal hechas son cosas de todos los días. En Morguelia hay muchas obras de este tipo, sólo es cuestión de esperar un poco para comenzar a contar los muertos por "circunstancias ajenas". 

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