sábado, 6 de febrero de 2016

Ajolotes musicales

Rey del mundo y Padre Santo, la oración en clave de tres. No hermano, nosotros no rezamos. Después de las tinieblas viene la luz negra y se hacen visibles las manchas de semen en las sábanas. Llévala calmada con calamina. Pues sí, pues no, pues si di, no digas eso, di estotro, se hace lo posible, cableado reggae, porque tu padre y yo nos esforzamos mucho para que tuvieras una educación más o menos decente y salieras adelante en esta sociedad donde si no te endeudas no existes, quítate esas rastas. Son dreadlocks. Churros con chocolate remojados en su propio honor que no merece ni el trato del ingeniero que conduce el carro que te lleva a la Zona Roja donde el hijo del General Cárdenas es empalado por tremendo miembro lechoso, venas inflamadas. Pagas o mueres o debes de nuevo, guapo te pones, te vi desde mi ventana. Tarjetas de crédito para los negritos de Acapulco, como si fueran pobrecitos, todos ellos son violentos porque su raza no habla, es el espíritu el que se encarga de los discursos ante el pleno del plexo solar. Una montaña de cruda sin agua mineral a las afueras de esta gran ciudad que amenaza con cerrar sus calles a la primer provocación, sale un José Vasconcelos como volcán, espera un poco, José José se inyecta insulina. Quítale las branquias y el pellejo, a mí me das la rabadilla, ajolotes frescos, lleve sus Ambystoma mexicanum asaditos, buenos para devenir en lo que antes fuimos.


Entiende que no entiendo que la sal con limón en los churros con chile ayudan a bien morir a Jaime Sabines, poeta de la compañía de teléfonos mexicanos. Rey del mundo, por ahí vienen los Vampiros de Guanabacoa, traen cajas de plátanos podridos que sirven para destruir las ganas de seguir bebiendo alcohol de caña. Padre Santo ¿escuchas a Gustavo Cerati en salsa?, lo escuchas aunque ya haya muerto por eso no lo hallas en ningún cuarto inhalando cocaína de fresa. Pobre vato. Inserta una moneda de diez pesos en la máquina de hacer música. Voces que anuncian otro día más en que la gravedad y la dignidad: caen

Te cae de madres del cielo lluvia y algo viscoso, másomos nosotros los ángelesimiescos. Tengo un frasco de vidrio con orines adentro. Ando en carro comiendo salchichas asadas que compré en la tienda del judío tuerto. Jodieron a Matías en el oxxo por un cambio que no ocurrió, en la otra caja lo atienden, le dijeron. Quién es aquel que se esconde en las mañanas, detrás del número 12. Miro lo que escribo pero no lo entiendo.

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