viernes, 26 de febrero de 2016

Versos Malísimos

La deseo en el silencio de mis cuadernos,
atrevido, digo su nombre en voz alta,
eufonía pura declamada para un público inerte:
mis libros viejos y empolvados,
los muebles con su larvas
y el retrato de ella,
un mutismo prometedor.

Derramo la anacrónica tinta de mi pluma al escribir esto,
la emoción de Onán me contagia,
mancho la fotografía con el recuerdo.

Busco la efe de la fruición
en el arcaico diccionario de los sentimientos,
aún indescifrable para muchos.

La amo irregularmente,
cambio las letras al conjugarla,
el adverbio de sus miradas
modifica el lugar y el tiempo de mis acciones.

Insignificante, soy una coma en la existencia,
apenas un rasguño ortográfico;
mas cambiaría todo el sentido
si yo no estuviera en su narración.

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