sábado, 6 de febrero de 2016

Doxopolis

Había una vez un país en donde la sabiduría era un bien común, cada habitante de este lugar tenía una gran inteligencia, podían discernir sobre cualquier tema y nunca nadie se equivocaba. El único problema era que los juicios raramente coincidían, aunque eran sabios las perspectivas eran diferentes, como cuando se observa a un objeto desde distintas aristas y se intenta dar cuenta de él, por lo cual los unos estaban en constante conflicto con los otros, ya que, como en el cuento de los ciegos y el elefante, jamás se ponían de acuerdo en algo. El nombre de este lugar era Doxopolis. El supremo jefe (autonombrado y defendido por un grupo de extranjeros) tuvo una idea grandiosa, para que ya no hubiera peleas y la nación avanzara se permitiría expresar las opiniones de todos pero el estado tendría siempre la última palabra sobre los asuntos públicos, y también privados, así no se generarían discordias y malos entendidos. Al principio hubo protestas, varios ciudadanos de Doxopolis fueron arrestados y otros desaparecidos, pero después de unos años llegó la calma. La gente seguía siendo muy lista, sin embargo se guardaban sus consideraciones para no causar problemas, obedecían sin chistar. Lo cierto era que el odio se iba apoderando del ambiente, se tornaba tensa la situación. El gran jefe notó que la población estaba triste por no poder hacer uso de su inteligencia como antes, el control ya estaba tomado, lo que faltaba era una válvula de escape para el vulgo, porque la alegría genera más riqueza, desde el punto de vista económico. Fue así que un miembro del gabinete supremo tuvo una gran idea, "les daremos un mundo virtual en donde los habitantes de Doxopolis puedan manifestar todas sus ideas sin que dañen a nadie, este espacio también será controlado por nosotros pero sin que ellos se enteren, así habrá un ambiente de supuesta libertad". Entonces ocurrió lo deseado, la gente entró al internet y todos fueron felices. Fin.

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