lunes, 14 de abril de 2014

  Eran las tres de la madrugada y caminábamos sin ver los rostros desvelados que, en un movimiento espejo, nos veían con amor de muerte. Y si menciono a la muerte y a los huérfanos del día es porque aquí radica lo necesario, en las caminatas contigo, lector de los desvelos.

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