lunes, 14 de abril de 2014

  Si me preguntas por los ardorosos no respondo, es que estoy tan pobre de respuestas y guitarras. Jaime, tus hijos te han abandonado, la muerte del mayor se hizo menor y en Chiapas sólo hay anorexia. Un do sosteniendo la puerta del vaso de agua que no tiene fin, no se muere el culero, carajo Jaime, di algo, no te hagas el cadáver exquisito. En el agua de horchata que trajiste pon el dedo, ¿que si me duele? Había aguacates, un tranvía y Jota-Jota y tablazos y adjetivos y conjunciones. Poesía modernista planchando, que bien me está quedando esta tela, la suave patria de un Ramón, camisa a cuadros, pantalón ajustado, muy ajustado, chamarra rosa y en la esquina de la Independencia dice: El rosa no es de joto. Dixit, chichi, carajo. ¿Qué es lo joto? ¿Cuándo dejarán volver a Reinaldo Arenas? Porque Reinaldito quiere volver, vomitar sobre la tierra querida al amanecer de un lunes. Te declaro culpable de mi amor, ¿a quién le hablas? Estos celos de ser José Paz, Octavio Revueltas y sus muros de vino tinto que hacen a este laberinto del acompañamiento. Rehacer, cagarlas una y otra vez, pasto, cucharita para el té.

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