jueves, 24 de abril de 2014

Veo.

  Sadomasoquismo es ser verdugo y víctima a las tres de la tarde en la cola de las tortillas, no traes servilleta y el papel cuesta cincuenta centavos. No al mismo tiempo se golpean los golpeadores, uno es el golpeado y otro el golpeador. Pero sí al mismo tiempo ocurre el fenómeno polisemántico de te pico el culo con mi lápiz del dos. No es la misma persona de las tortillas, ahora tenemos a un joven delgado en la panadería que le gusta ser golpeado con conchas de chocolate. Pero sí es la misma persona de las tortillas, la que va pasando, trae arrastrando con una correa a un anciano y éste tiene una erección tremenda, un perro se acerca y lo muerde. Placer canino con un poco de rabia. Se te hace agua la boca cuando le pego a tu mamá, a ella le encanta ser maltratada. El complemento perfecto te pega en la boca, te saca la sangre y tú pides más, ¡más, más, pégame más! El matrimonio es sadomasoquismo. El estado es sadomasoquismo. La universidad es sadomasoquismo. Quiero que me muerdas los huevos. Escupo en tus tetas flojas de tanto que las jalo. Méteme la verga por el culo, papá. Te grito. Me gritas. Te pego. Me pegas. Soy tuyo. Eres mía. Soy tuya. Eres mío. Coméntalo con tus amigos, diles que te gusta el sadismo y el masoquismo. ¿Qué te dirán? Vi a una niña de dieciséis años golpeada por un tipo gordo vestido de negro y me excité, esto ocurrió en la avenida Madero, en el centro histérico de Morelia, acá en Michoacán de mierda. ¿Hago mal?

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