martes, 24 de junio de 2014

Carcoma de la razón

  Un estado sin gobierno es como una paleta sin envoltura, es más fácil comérsela toda cuando aún está dura, fría y congelada paleta de limón que chupamos mientras los gobernadores sufren porque tienen cáncer de riñón, pulmón e hígado. Los políticos no se han dado cuenta que las ubres, las chichis, tetas, senos, cosenos, tangentes, cotangentes, ángulos rectos, también tienen malformación congénita; estos funcionarios públicos han consumido un montón de tacos de tripas en donde las moscas verdes se paran y los reporteros podridos toman fotografías con las que pagan las operaciones plásticas de sus señoras madres quienes se llenan de maquillaje para cubrir la vergüenza de haber tenido un hijo reportero y vendido. La célula está descompuesta, una congestión familiar en las vías del tren, véase infra. No es el típico pleito, esta sociedad es patológica por definición, dejemos al Fausto de Goethe y al Doktor Faustus de Mann. Lo nuestro es más vulgar, se trata de una gran familia templada, tibia, en donde los hombres son caballeros, dios los vomita por educación. Estos caballeros decoran sus ciudades, las pintan de rojo y color carne, le ponen adornos a las calles, carteles con poemas, cabezas humanas colgando como testículos en los puentes, bonita la urbe con su caos delicioso, el humo de las fábricas y los automóviles quemados, el art déco de la mafia. Los señores tibios y los gobernadores con cáncer son amigos. Pero esto no es particular, la enfermedad es mundial, una pandemia que se extiende despacio en el espacio de nuestra globalización enferma. Multitudes protestan en los estadios, gritan ¡gol!, en realidad gol quiere decir Moloch. Muchos moscos sudamericanos tienen armas de alto calibre por si se ocupa calmar a los hoscos habitantes de las favelas, mosquitos caníbales que devoran a sus hermanos. Rimas e infrarrealismo descompuesto en este río de populismo de dos por peso, ad hoc provinciano y nacionalista, internacional patada en el trasero de la cordura que no nunca hubo. El juego es hermoso cuando no hay dinero de por medio, cuando las reglas del juego se adaptan al libre albedrío de los jugadores, la diversión como teleología. Presidentes, diputados, senadores que se limpian el culo con la política de Aristóteles, les cayó mal la cena con heces y ahora vienen por nosotros, pura venganza, nos culpan por el tumor que los contamina, buscan la destrucción masiva de las tortillerías, hambre es lo que tienen las mayorías y comienzan a devorar sus credenciales con fotografía. Época de militares y futbolistas metrosexuales, los sacerdotes del canal dos han hablado, los discursos y apologías en este mundo de pesadillas, ¡quesadillas para el hambre trascendental! Los mangos están envenenados, la canícula que se aproxima es una dictadura castrense; lo que se aproxima ya está en nuestras narices, como un moco, véase supra. Somos aquellos que ven el peligro venir y siguen metiéndose las piedras en los bolsillos. El pito suena estruendoso, se nos mete en las orejas. Estamos comiendo estiércol sin hongos en medio de la vía, la gran vía por la que pasa este tren que transporta carros último modelo que ninguno de nosotros manejará, lleva también materiales explosivos para la destrucción, lo niños que soñaban con patear un balón ahora no tienen pies porque se los aplastó el ferrocarril. Esta bestia mecánica ya nos ha pasado por encima, nuestros sesos son devorados por los cuervos del oportunismo y el cansancio le dice a esta pluma ya basta.

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