martes, 3 de junio de 2014

Morelia de mis amores

El patrimonio cultural de la humanidad es una calamidad, un calambre de la arquitectura-émulo que pone tiesa la mirada. Ostracismo en el rincón de Prados Verdes, traigan ya esa botella. Frente a Ciudad Universitaria hay una colonia que se llama Gustavo Díaz Ordaz. Morelia como cuna de la podredumbre institucional, tierra apestosa a partido político y a ríos muertos, ciudad que no se baña, ciudad se revuelca en el charco de la corrupción, su palabra-descompuesta favorita es pipí-popó. Tranvía de la calle con baches que transporta turistas con cámaras caras, los guías hablan de la cantera fría en donde los pobres diablos morelianos piden limosna que no les dan, porque lo único que dan los indigentes es mal aspecto a la catedral, eso dicen los empresarios que son los políticos que son los dueños de esta ciudad indigente. Tres nombres en este dieciocho de mayo: Guayangareo, Valladolid y Morelia. Fuentes y bancas bailando la danza del folclor del centro comercial, el tradicional viejito que te pone los productos en las bolsas rompe fácil, cinco pesos de propina por rústicos. Pellejos de Goethe, Fausto siempre será priista, Fausto Pellejo, símbolo de la democracia moreliana. Por el acueducto corre el agüita amarilla, el OOAPAS queda fuera, se inundó de sindicalismo. Las Tarascas son pirindas, y esto no lo dijo José Corona Núñez. Lo histórico parece un chiste sin chiste y se (cantera) roza la ingle con el camión Ruta 1 de su desgracia, camiones de humo negro en el pasado, presente y futuro, este porvenir con sus chóferes yo los bendigo: amos del universo y guapos como excremento. Morelia de las mafias que controlan a la universidad primitiva o fábrica de sueldos. Don Hidalgo viaja en la ruta roja 3, pagó su pasaje (subirá) con gallardía. Los obesos obreros andan en la del Madero Espiritista, madero atravesado en la avenida, ¡déjame pasar, cabrón! Porque cada moreliano tiene, por lo menos, dos carros, chingón de chingones. Festejos y fuegos artificiales, artificio para taparle el ojo al bache, ya dijimos bache, pero es que son millones. Bailarinas del libramiento, bailarinas del cinturón que va del Realito a Villas del Pedregal, bailarinas locas en la cola del ayuntamiento, el recibo de la luz es verde, el agua (supra), el predial, la tenencia, porque vivir en esta bella ciudad tiene su precio.  Los diputados locales están tristes porque no pueden dedicarse a lo que de verdad les gustaría ser: taxistas. Morelianos que sueñan con opíparos sueldos, su seguridad "segurea" en el ano de algún transexual de la Nocupétaro. Manos arriba de aquellos que chupan las tetas de esta vaca moribunda y loca llamada Morelia, patrimonio mamatorio de la comicidad, ¡esto es un asalto! El presidente municipal se sacó decenas de fotos mientras este texto se leía. 

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