sábado, 3 de enero de 2015

Pus sí

  Yo soy la pus virulenta que te amenaza con el contacto amistoso de mi veneno transformador. Vivo en la descomposición constante, huelo mal, doy asco a los paseantes, asusto a los turistas, soy la mancha en la cantera. Mis colores son el negro, rojo, amarillo, verde, y están todos mezclados. Soy el asco del asco, una porquería entre lo sucio, no gano concursos, mucho menos la lotería. Rimo fácil mas nunca robo las esperanzas tantas de esta raza triste, al contrario, le doy la mano a la orina despreciada, me hago uno con la humillación. Yo soy la pus virulenta que se encuentra en tu café del Oxxo o del Starbucks. Me arrastro para que me des un peso, ¿es de tu bolsillo o es del bolsillo del pueblo? Es que acaso estoy pidiendo demasiado: cultura, cultura, cultura, pura mierda pero de la fea, artificial, peor que pus. Cuando camino por las calles de esta ciudad las hago mías, sin eventos, sin millones, con mis ganas de hacer algo. Mi olor carne sangre. Devengo, por eso muero poco a poco, pero, a diferencia de ti, soy feliz, no envidio a nadie, no deseo sino lo que es mío. ¿Qué es mío? La materia. Si tú me insultas te rompo tu madre con mi enfermedad, así de sencillo y culero, yo soy lo patológico. Soy un Cristo karateka, un gusano que trepana tu cerebro, la rata que revisa tu basura, el que raya las paredes, la niña que baila en la marcha, el señor de los tacos fiados. Me la pelas, soy pus virulenta que se resiste a desaparecer. ¿Ya me viste?

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