viernes, 21 de febrero de 2014

  Griegos que montaban bellos caballos y se peleaban entre ellos para salir en los libros de texto gratuitos. Judíos que se sentían esclavos y justificaban el asesinato para poder erigir un templo a su dios salvaje. Gringos que se sentían bellos como la belleza de una bala en la cabeza de un niño. Japoneses que comían delfines y se encontraban en el mundo del fin del mundo de Sepúlveda. Mexicanos que comían tacos de democracia con chile católico. Musulmanes que querían ser supermanes. Morelianos, qué asco. Franceses que olían a perfume sangriento y colgaban cabezas humanas en sus plazas públicas. Ingleses que confundían el colonialismo con el altruismo. Que todo esto se acabe, que todo esto se acabó, en este texto que tiene muchos que, ¿por qué?

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