viernes, 24 de abril de 2015

4:20 p.m.

  A las dieciséis horas con diecinueve minutos más uno, de este cuarto mes del año faso, se escucharán los bhang-bhang, las cuatro veinte, una tradición algo infundada que se transmite de bocanada en bocanada. El problema es que no hay, cada día está más cara, las bachas fueron ultrajadas, lo árido de la pobreza y los señalamientos judiciales han mermado la bolsa verde, los distribuidores están escondidos y en la esquina un policía nos vigila, se disfraza de vecino, denuncia anónima Papi. Cultiva tu hierba pero no en la azotea, aguas de limón, calle doce. No se necesita un día especial para fumar, lo que de verdad se necesita es criterio colectivo, basta ya de que los otros nos digan lo que está bien y lo que está mal, los culeros no necesitan complementos. Es el momento en que los famosos se ponen guapos. Andrew Weil hace un cigarrillo que parece la boa que se tragó un elefante, Antoine de Saint-Exupéry anda erizo, quiere quemarle las patas al Diablo que es rojo como los ojos del conejo, zacatito para el Principito. Dramón escribió una canción para pachecos y nos mostró los motivos del grifo. ¿Qué has hecho tú por la mota? Marihuana, planta de poder, yo digo que nada más por el placer vale la pena, sin embargo hay quienes dicen que es medicina, desconfío de todo lo que cura, me clavo en la textura, tal vez me equivoque, quizá sí sea un drogadicto sin salvación, mejor prendo otro toque aunque sea de imaginación.

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