lunes, 13 de abril de 2015

Pasa a veces

  Escuchas el mar, las olas te hablan, están invitándote a bailar con ellas. Es tan triste que sólo sea un sueño lo tuyo. A cientos de kilómetros un hombre lanza su atarraya, pero aquí urge que te levantes y vayas a trabajar, la oficina necesita tu sangre. Avanzas hacia la parada de la combi, el transporte moreliano por excelencia. Escuchas en tus audífonos My Friend de Groove Armada, una y otra vez. ¿Cuándo dejaste de creer en ti mismo? Es como la falacia del calvo, fueron quitándote uno a uno los pelos, sin saber cuál fue el punto exacto del cambio. El día pasa como muchos otros, sin novedad en el frente mi capitán. Regresas a tu casa con la espina enterrada, con la llamada de algo, ¿qué es?, esa loca furia que está esperando la liberes. Y te duermes. A soñar otra vez, a ser libre, porque la única libertad que conocemos es la de los sueños y la imaginación, y eso a veces.

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