jueves, 24 de mayo de 2018

Cartas Muertas

Ayer leí en la noche por tercera vez "Bartleby", de Herman Meville, realmente necesitaba esa lectura, habían sido semanas difíciles, a pesar de la presentación del libro y otras alegrías, la pesadez de la oficina me tenía con las gónadas en la garganta. Encontré pasajes en la obra del amanuense de las "Cartas Muertas" que me dieron no ánimos, sino consuelo. ¿Cuántas veces a las cinco de la tarde tuve ganas de decir "preferiría no hacerlo? Hacía lo posible e imposible para no convertirme en un "pensador desapasionado" pero al final del día me sentía solo, "Algo como un despojo en mitad del Océano Atlántico". Y entonces pasó.

Fueron casi tres años de trabajar para la mafia Maccise, a quienes nunca conocí en persona, y qué bueno, con los enviados pusilánimes que nos enviaban cada tanto para "capacitarnos" era suficiente; sin embargo, el equipo de chamba que tuvimos en Morelia sacó la casta, logramos equilibrar la balanza, quizá no siempre, pero la mayoría de veces así ocurrió, suficiente es recordar que marcamos agenda con las biografías de personajes radicados en el estado que escribí durante dos años, muchos de los que esto leen salieron ahí; o con los especiales que realmente informaban, si los comparamos con otros medios que están en total decadencia, pero que se aferran al "convenio", salimos bien librados.

Agradezco sinceramente a mis compañeros, a todos, a los que primero corrieron sin decir agua va, y a los que se quedaron y que les aplicaron la misma medicina el día de hoy, incluido el que aquí escribe. Sonará a superación empresarial, pero la verdad es que siempre estamos aprendiendo, ya sea de lo positivo, o de lo negativo, me quedo con la experiencia de haber participado en un medio de comunicación, con la mano caliente que me dejó el macheteo, lo que esto significó para mi pluma, es lo que algunos llaman "tablas". También me di cuenta de los tejes y manejes de la podredumbre informativa, conocí de fondo la porquería de eso llamado Comunicación Social; reporteros sin escrúpulos, también aprendí que yo no quiero ser como ellos.

Como decía arriba, me salvé de quedarme en un impasse de oficina, la lectura de "Bartleby" que hice anoche sirvió de preparación para la noticia que me dieron el 31 de enero a las dos de la tarde: "Capital impreso llegó a su fin". Gracias, Melville, la verdad es que me siento feliz y a otra cosa mariposa.

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