jueves, 24 de mayo de 2018

Su lechita y a dormir

En un programa del Sistema Michoacano de Radio y Televisión hicieron referencia al día mundial de la filosofía que se celebra mañana, 16 de noviembre de 2017. La locutora creyó que invitando a un grupo gnóstico le hacía los honores a los amantes de la sabiduría. Quedé estupefacto después de oír sus elucubraciones.

Primero hablaron de la filosofía positiva, no, Comte no tenía nada que ver aquí, los disertos se referían a la actitud positiva que hay que tener ante la vida, una regurgitada del dicho lluvioso y con ráfagas de más de 200 kilómetros por hora, "al mal tiempo, buena cara"; luego vino aquello de todos llevamos un filósofo dentro, sólo hace falta ser conscientes de nuestro "filósofo interior" para resolver los problemas que nos acontecen; en el momento más intenso de su cátedra, aseguraron que las dudas existenciales pueden ser resueltas fácilmente por cualquier persona, hay que concentrarse "un poco" y entender que las cosas son más sencillas de lo que creemos, "la voluntad es ponerle corazón a nuestros actos", y demás inepcias.

Esto es lo "sustancial" de las disertaciones expresadas en la improvisada ágora de frecuencia modulada al que me refiero. A pesar de que pasé de noche la carrera de filosofía en la UMSNH, haré algunos comentarios sobre los consejos filosóficos arriba mencionados.

La banalización de los saberes no tiene ninguna relación con la divulgación científica, no nos equivoquemos. La superación personal ha hurtado frases de los sistemas filosóficos complejos para utilizarlas como aderezos en sus recetas del buen vivir, lo que provoca que la gente repita oraciones sin darse a la tarea de profundizar al respecto. Se menosprecia a quien filosofa con sinceridad, se le rechaza porque no se le comprende, el vulgo detesta el esfuerzo; la simulación es aplaudida y premiada, e incluso pasan como oficiales posturas que son adversas a la filosofía misma.

En Michoacán, además de la facultad de filosofía, tenemos a varios escritores que se dedican a leer, escribir y comentar textos de ontología, ética, lógica, estética, antropología, filosofía de la ciencia, filosofía de la historia, en fin, hay con qué adentrarse en el intrincado mundo del conocimiento, no sólo de sí mismo, sino de todos los artificios de los que se vale el bípedo desplumado para dejar huella y proyectarse en un porvenir del que desconoce por completo, y que por eso mismo le intriga tanto. Estos filósofos, de la academia y fuera de ella, están lejos de ser legión, y aún así coinciden en que la filosofía difícilmente puede reducirse a una frase dominguera; los aforismos de Lichtenberg o Nietzsche requieren de un ejercicio intelectual que va más allá del subrayado en rojo.

La filosofía es compleja porque el ser humano es complejo; muchos métodos que han inventado los filósofos, y de todos estos estoy seguro de que ninguno es fácil de comprender, a la primera no se puede, hay que tener paciencia, ponerle mucho empeño, la tensión de la atención; la curiosidad y el asombro acompañan al filosofar. Ya sea circunspecto o desbordado, de Diógenes a Kant, Heráclito frente Onfray, el filósofo anda sobre sus pasos una y otra vez, hasta que le sangran los pies.

Habrá quien diga que el pensamiento oriental (¿cuál de todos?) enseña a vivir con lo sencillo y no sé cuántas túnicas y sandalias más, y quizás tengan razones para esto, seguramente demostrarán sus puntos, allá ellos y sus retiros. Yo sólo quiero recordar, decírmelo a mí, que filosofar es un ejercicio para el que se necesita preparación, conocimiento de la historia, lecturas al mayoreo, comprensión, capacidad de abstracción, y si nos ponemos intensos también hay que tener mucho amor/odio por el ser en general.

No sé qué sea la filosofía, pero de una cosa estoy seguro, no es una fórmula láctea para preparar la lechita de lo fácil.

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